Destierran el mito de que las mujeres necesitan 47 minutos de atención para ser felices

Cada cierto tiempo, aparece un titular viral que afirma que las mujeres en pareja necesitan 47 minutos al día de atención consciente para ser felices. Suena claro, fácil y medible, pero también demasiado perfecto como para ser científicamente cierto. Y de hecho, no lo es.

La evidencia científica actual no sostiene que exista un número universal de minutos que garantice la felicidad en pareja. Lo que sí demuestra, de forma consistente, es que la calidad de las interacciones diarias es mucho más importante que la cantidad de tiempo exacta.

No hay respaldo científico

Entonces, ¿de dónde viene la famosa cifra de los 47 minutos? No es más que una falacia: solo proviene de artículos y encuestas de divulgación sin respaldo académico sólido. No procede de ningún estudio revisado por pares, ni aparece en la literatura científica sobre relaciones. La cifra ha calado tanto porque los seres humanos buscamos certezas y métricas sencillas para gestionar lo complejo. Pero las relaciones afectivas no funcionan por cronómetro.

La diferencia está en cómo se vive el tiempo

Los estudios sobre relaciones más recientes en psicología muestran que la cantidad de tiempo juntos puede influir en la satisfacción, pero no de forma universal. Lo que sí dice la ciencia es que lo que marca la diferencia es cómo se vive ese tiempo, no cuántos minutos se acumulan. El impacto depende del contexto: niveles de estrés, fase vital, responsabilidades, carga mental, equilibrio en tareas, etc.

Un mismo tiempo juntos puede ser un momento de conexión o un rato de convivencia en paralelo, un estar, sin estar, sin interacción ni atención a la otra parte. En esas situaciones también encontramos silencios incómodos, que impactan como si de gritos se tratase.

Las investigaciones coinciden que lo que fortalece el vínculo es el tiempo de calidad consciente. Ese tiempo se caracteriza por los diversos “lenguajes del amor”, término que acuñado por Gary Chapman en su libro Los cinco lenguajes del amor, visibilizando el poder de palabras de afirmación, tiempo de calidad, recibiendo regalos, actos de servicio y contacto físico.

Todas ellas se relacionan con los cuidados y son formas diferentes de decir te veo, te siento, me siento segura contigo, te quiero en mi vida, quiero estar en la tuya y decido estar contigo; por eso te cuido.

Estos lenguajes pueden ser muy diversos y, aunque existen algunos más reconocidos que otros, son infinitas las formas en las que podemos comunicar nuestros afectos a los demás. La creatividad en este ámbito también es un plus; porque crear nuevas formas de amar, no solo indica la dedicación a este arte, sino el interés, la ilusión y la actitud creativa de la pareja y su grado de inspiración en ese sistema. Así que, a innovar.

Los doctores John y Julie Gottman, especialistas en parejas del Instituto Gottman, estudiaron desde hace casi medio siglo esas pequeñas chispas que se ese encienden en nuestra mente cuando nos surgen micropensamientos. Esa intención -espontánea o no- para conectar con la pareja, que llamaron Bids for connection, supone un intento de obtener atención, afecto y/o aceptación.

La evidencia muestra que lo que más nutre a una relación son pequeñas dosis frecuentes de conexión, más que grandes ratos ocasionales. Por ejemplo, un abrazo sentido de 20 o 30 segundos. Una conversación, en atención plena, de 10 minutos. Un mensaje de aprecio durante el día. O un rato breve, en el que la pareja se escucha, sin interrupciones. Estos pequeños microvínculos funcionan como depósitos de seguridad emocional.

Todo ser humano sano, busca conexión, independientemente de su género o cualquier otra condición. Si deseas ponerlo en práctica, o potenciar la que ya habéis construido, y no sabes por dónde empezar, aquí van algunas ideas de intentos de conexión más conocidos:

  • Conexión emocional: conversaciones sobre emociones, vivencias, sensaciones e inquietudes. Sentir que la otra persona te ve, te escucha y te entiende.
  • Presencia plena: móviles fuera, mirada a los ojos, atención real. No es la duración, es la presencia.
  • Muestras de afecto: abrazos largos, caricias, contacto físico que genera seguridad y calma fisiológica.
  • Gestos de apoyo: participar de forma justa en las tareas, aliviar la carga del otro cuando está saturado, ofrecer ayuda sin necesidad de que se pida.
  • Actividades compartidas: cocinar juntos, caminar, ver una serie abrazados, desayunar tranquilos…. Las experiencias positivas compartidas aumentan la intimidad y la complicidad.

Rituales que sostienen la relación: pequeñas tradiciones cotidianas que funcionan como cimientos del vínculo, como el café de la mañana, el paseo de después de cenar, las minicitas.

Apreciación y admiración explícita: decir “gracias”, reconocer esfuerzos, elogiar con intención. Un gesto simple que, sin embargo, tiene un enorme impacto emocional.

La respuesta científica, y más honesta, es que no existe un número universal de minutos que garantice la felicidad de las mujeres, ni de cualquier otra persona. Lo que sí sabemos es que la relación se fortalece cuando hay constancia, presencia, afecto y conexión emocional, aunque sea en pequeñas dosis. Si usamos el tiempo para crear cercanía, apoyo y complicidad, 10 minutos pueden transformar un día. Y si el tiempo está lleno de distancia emocional, ni dos horas al día arreglarán la relación.

Además, las parejas más satisfechas no son las que tienen más tiempo libre, sino las que gestionan el estrés doméstico como un equipo, priorizan la conexión emocional aunque tengan poco tiempo, cuidan la equidad en las responsabilidades, se expresan afecto y admiración de forma cotidiana, y generan experiencias positivas compartidas. Es decir, no se trata de sumar minutos, sino de sumar calidad.

Puede no resultar sencillo a veces, pero no se trata de ser perfectos; nadie ni nada lo es. Y eso está bien. Hay que alojar también los momentos de desencuentro, pues nos ayudan a crecer como pareja o salir de ellas, si es momento de soltar, con cariño. Las relaciones no son lineales, como nada en la vida lo es. Lo importante es salir reforzados y crecer, a pesar de la adversidad.

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