Mientras su nombre resuena en la elite del automovilismo mundial, Franco Colapinto sigue mostrando el mismo perfil que lo acompañó desde siempre. Durante su descanso en Argentina, antes de volver a la exigencia de la Fórmula 1, el piloto se dejó ver viviendo escenas cotidianas, propias de cualquier argentino, y reforzó una imagen que lo define: el Colapinto de la gente.

Lejos de los flashes y del glamour que rodean a la máxima categoría, Colapinto aprovechó sus vacaciones para recorrer comercios del barrio, pasar por la carnicería para comprar el asado y compartir momentos simples, esos que forman parte de la identidad nacional. Postales que rápidamente se viralizaron y despertaron la identificación del público.
Además, quienes se lo cruzaron durante destacaron su buena predisposición para sacarse fotos y saludar, siempre con naturalidad y una sonrisa. Sin distancias ni poses, el piloto respondió al cariño de la gente, consolidando un vínculo genuino con quienes siguen su carrera desde los inicios.

A días de volver a subirse al monoplaza, Colapinto demuestra que el crecimiento deportivo no lo aleja de sus raíces. En vacaciones, como en la vida, elige ser uno más. Esa simpleza, tan poco frecuente en la alta competencia, es la que lo convierte en una figura cercana y explica por qué hoy es, para muchos, el piloto argentino de la gente.
