Con una misa celebrada este domingo en la Catedral Basílica Nuestra Señora del Carmen, la Iglesia de Santiago del Estero clausuró el Año Jubilar y realizó el cierre simbólico de la Puerta Santa. La ceremonia coincidió con la celebración de la Sagrada Familia y fue presidida por el cardenal Vicente Bokalic CM, arzobispo de la arquidiócesis y primado de la Argentina.
El oficio religioso contó con la presencia del obispo auxiliar, monseñor Enrique Martínez Ossola, sacerdotes de parroquias de los decanatos Capital y Banda, diáconos y una numerosa participación de fieles. Durante su homilía, Bokalic reflexionó sobre el sentido del Año Jubilar convocado por el papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”, al que definió como un tiempo de oración, encuentro y renovación espiritual.
Según pudo apreciar Info Del Estero, el cardenal puso el acento en el valor de la esperanza como virtud cristiana, especialmente en un contexto atravesado por la pobreza, la exclusión, las crisis familiares y las múltiples formas de sufrimiento social. Señaló que, pese a esas realidades, la fe cristiana propone una esperanza que se renueva en el encuentro con Jesús y en la vida comunitaria.
En ese marco, Bokalic sostuvo que el cierre del Jubileo no implica un final, sino el inicio de una nueva etapa para la Iglesia local. De acuerdo a lo que pudo constatar Info del Estero, el arzobispo planteó tres grandes desafíos pastorales que marcarán el camino de los próximos años.
El primero de ellos es consolidar una Iglesia en estado de misión permanente, con presencia activa en las periferias sociales y humanas. El segundo desafío está vinculado al acercamiento al mundo de los jóvenes, en especial aquellos que atraviesan situaciones de vulnerabilidad, exclusión o falta de horizontes. El tercero apunta a profundizar un estilo de Iglesia sinodal, basada en el diálogo, la participación y el caminar conjunto entre pastores y comunidades.
En el tramo final de su mensaje, el cardenal vinculó estas reflexiones con la celebración de la Sagrada Familia, destacando el rol central de las familias como ámbito primario de transmisión de la fe, el cuidado y la esperanza, sin desconocer las fragilidades y dificultades que muchas atraviesan en la actualidad.
