Maternidad múltiple y el desafío de criar trillizos: “La casa que me quedaba grande, pasó a quedarme muy chica”

El desafío de la maternidad es enorme y de eso no hay dudas. Pero nadie se imagina ir al primer control y saber que está gestando un embarazo múltiple. Y no de dos, sino de tres.

 

Esto le pasó a Fabiana Arce, vecina del barrio Villa del Carmen que hoy disfruta de sus trillis porque cada vez están más independientes. Pero en 2020, cuando los chicos llegaron, en plena pandemia, su vida cambió por completo.

 

Tras vivir toda su vida en el barrio Ejército Argentino, Fabi y su hija Julieta recibieron la adjudicación de su vivienda en el barrio Villa del Carmen. Con su pareja, descubrieron que estaba embarazada y fueron a la primera ecografía.

 

“Yo no sé si me subió o me bajó la presión. La cosa es que todo me daba vueltas cuando me enteré que eran tres. Como si fuera poco, el médico me dijo que creía que podían ser cuatro. Yo no caía. Lloraba, me preocupaba, pensaba en cómo iba a hacer con lo que se venía”, contó en una entrevista exclusiva a InfodelEstero.

 

Después un embarazo con cuidados, pero dentro de todo normal, los “trillis” llegaron al mundo el 16 de junio de 2020. Erick pesó 1,200 kilogramos, Briana 1,400 kg y Máximo 1,700 kg. Todos saludables, pero con la necesidad de pasar un tiempo en neonatología. Ese tiempo fue más de un mes.

 

“Llegar y saber que la casa que nos quedaba grande, ahora nos quedaba chica… fue un proceso. No dormimos un mes porque también se habían acostumbrado a estar en la neo. Luego fueron creciendo de a poco y era todo una locura. Yo sufro de migrañas, pero me veo en la obligación de estar bien por ellos. También tengo a mi hija mayor, de 14 años que me da una mano enorme con ellos y también pasan tiempo en la casa de su papá, cuando yo trabajo y también los fines de semana”, comentó.

 

En el proceso de crecimiento, ya sea para hablar, caminar, comer… todo se da así: la primera en hablar, fue Briana, luego Erick y finalmente Máximo. Todo con una semana más o menos de diferencia. Ella es la que dirige al trío, los reta, les dice a qué van a jugar, lo que deben hacer y lo que no. Cabe remarcar que este orden (Briana, Erick, Máximo) fue cómo nacieron.

 

También cuando se enferman, comienza uno, cuando se está recuperando cae el otro y así. Todo para los tres.

 

Hoy ya van al jardín en salita de cuatro y cada vez aprenden más. A Briana le encantan las pinturas, los collares, el baile. Máximo y Erick juegan con los camiones y a la pelota. Hace poco fui operada de la vesícula y pasé una semana internada en el hospital. Fue duro porque ellos me esperaban querían ir al jardín. Y yo los extrañaba muchísimo.

 

Cada vez son más independientes y de a poco dejan de necesitarme. Ya se cambian solitos, se ponen las zapatillas, vienen para que les ate los cordones no más. También comen solitos. Juegan más. Duermen en sus camas. Es un proceso difícil, agotador. Pero gratificante. Escucharlos que me digan “mamá que bonita estás”, “mami te amo”, es una fuente de energía para sentirme mejor y ganarle a cualquier cansancio.

 

¡Feliz día a todas las madres!