El consumo de carne porcina cerró 2024 con un balance negativo

El cierre del 2024 dejó un panorama mixto para el sector porcino en Argentina. Por un lado, en diciembre, las ventas de carne fresca y chacinados crecieron un 11,1%, marcando el nivel más alto en dos años, según un informe del Centro de Economía Regional y Experimental (Cerx). Este repunte estuvo impulsado por las festividades y una demanda más firme en el último trimestre. Sin embargo, el desempeño anual registró una caída acumulada del 1,5%, reflejo de un año difícil para el consumo.

La inflación jugó un papel clave en esta dinámica, con un aumento promedio del 84,6% en los precios porcinos. Las menudencias lideraron las subas con incrementos del 111,3%, seguidas de los chacinados frescos (102,9%) y los subproductos de cerdo (100,6%). Entre los productos específicos que más se encarecieron, destacaron la morcilla (+129%), las costeletas (+109%) y el solomillo (+107%). En contraste, cortes como la panceta y el salamín mostraron incrementos más moderados, levemente superiores al 50%.

El consumo per cápita anual se ubicó en 22,5 kilos, reflejando un leve descenso. Aunque el último trimestre del año mostró signos de recuperación, los precios elevados y el poder adquisitivo restringido afectaron la demanda general. En diciembre, los precios de las menudencias crecieron un 10,8% y los de los subproductos un 9,6%, mientras que los chacinados frescos y la carne fresca subieron menos del 4%.

En paralelo, un nuevo desafío se cierne sobre el sector con la publicación del Decreto 35/2025, que desregula la importación de alimentos. Esta medida permite la entrada de productos con certificación de países de alta vigilancia sin restricciones. Según el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, la medida es una “revolucionaria desregulación”. Sin embargo, en la industria local advierten sobre el impacto que podría tener la llegada de productos terminados, especialmente chacinados importados de segunda y tercera categoría, que competirían con los nacionales a precios más bajos.

Juan Uccelli, consultor porcino, señaló que esta apertura podría perjudicar no solo a las industrias chacinadoras, sino también a la faena y producción de cerdos en el país. Además, advirtió sobre riesgos sanitarios y recordó experiencias similares en los años 90, cuando los productos importados, a pesar de ser de menor calidad, eran percibidos como mejores por su origen extranjero.

Gustavo Lazzari, empresario del sector, destacó que el 2024 cerró con una caída interanual del 1,5%, pese a la recuperación en el último trimestre. Indicó que la competitividad del sector permitió mantener los precios por debajo de la inflación general, pero que el contexto económico obliga a ajustes constantes en costos y procesos. Asimismo, expresó preocupación por la falta de reciprocidad en los mercados internacionales, ya que los productos argentinos enfrentan mayores barreras para exportar mientras se facilita la entrada de importados.

En este contexto, la industria enfrenta el reto de sostener la recuperación del consumo interno, estabilizar precios y protegerse de una competencia desigual con productos extranjeros. Con desafíos económicos y regulatorios en el horizonte, el sector porcino deberá buscar estrategias para mantenerse competitivo y rentable.