
Cada 21 de marzo, desde 2012, el mundo conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down. La fecha no es casual: el día 21 del tercer mes simboliza la trisomía del par 21, la condición genética que da origen al síndrome. Pero más allá de la biología, esta jornada busca visibilizar historias de autonomía, independencia y lucha por la inclusión.
En Santiago del Estero, una de esas historias es la de Cristian Herrera, un hombre de 40 años que lleva ocho años trabajando en la Defensoría del Pueblo de la ciudad. Junto a INFO DEL ESTERO lo visitamos en su día laboral y conversamos sobre esta fecha especial.
“Me gusta trabajar, hago expedientes y me gusta hacer eso. Me gusta estar con mi familia, me hace feliz. Vivo en el barrio San Fernando (La Banda), vengo en el 17 y de ahí…”, retrata su rutina.
Si bien le gusta trabajar no es lo único a lo que se dedica, también dibuja a Gokú y mandalas de flores. Y por si eso fuera poco confiesa que aprendió a bailar folklore con Miguel Serrano y comparte su pasión por la danza con María Ángeles, su pareja.
Detrás de su historia está el acompañamiento incondicional de su madre, Celia Alagastín, quien con orgullo y emoción recuerda el camino recorrido. “Antes costaba mucho más la inclusión. No sé si con él tuvimos suerte o si es que tiene mucha capacidad, pero siempre lo han incluido. Es mi mayor orgullo, es un chico sano, sin vicios, que le gusta trabajar y andar”.
Pero así como se avanzó, Celia reconoce que las políticas públicas implementadas por el actual gobierno nacional han marcado un retroceso. “Cuando la gente ve la inclusión se sorprende… hacen falta más acciones para que esto no sea una excepción sino una regla”, señala sobre el trabajo de Cristian en la Defensoría del Pueblo.
Cristian, con su rutina en la Defensoría, sus dibujos, sus pasos de folklore y su independencia, es la prueba viviente de que la inclusión no es un concepto abstracto, sino una realidad posible cuando la sociedad acompaña. Su historia es una invitación a mirar con otros ojos, a entender que las personas con Síndrome de Down no necesitan lástima, sino oportunidades.