
Durante la Semana Santa, la Iglesia Católica emplea colores litúrgicos específicos para cada celebración. Cada uno tiene un sentido simbólico vinculado al momento que se recuerda dentro del calendario cristiano.
El uso de los colores responde a lo establecido por la Instrucción General del Misal Romano, que fija qué tono corresponde según la solemnidad del día o el tiempo litúrgico.
El blanco: símbolo de Pascua y de solemnidad
El color blanco aparece en los oficios y misas del Tiempo de Pascua, así como en otras celebraciones del Señor que no se relacionan con su Pasión. En el contexto de Semana Santa, se utiliza en la Vigilia Pascual y en el Domingo de Resurrección. Este color marca el inicio de un nuevo tiempo litúrgico, asociado a la alegría y a la victoria de Cristo sobre la muerte.
El rojo: color del Domingo de Ramos y del Viernes Santo
El rojo se reserva para el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. También se emplea en otras conmemoraciones de la Pasión del Señor. La liturgia lo asocia a la sangre derramada, tanto en el sacrificio de Cristo como en el martirio de los santos. En la Semana Santa, el rojo señala dos momentos claves vinculados directamente a la Pasión.
El morado: color penitencial del tiempo de Cuaresma
El morado acompaña el tiempo de Cuaresma, que culmina con el inicio del Triduo Pascual. La Iglesia lo considera un signo de penitencia, sacrificio y preparación espiritual. Aunque en Semana Santa su uso disminuye frente al rojo y al blanco, forma parte del camino previo que desemboca en las celebraciones centrales de la fe cristiana.
Vestiduras festivas en los días más solemnes
Según la normativa litúrgica, en los días más solemnes de la Iglesia pueden usarse vestiduras sagradas más festivas o nobles, aunque no coincidan exactamente con el color asignado al día. Esta posibilidad se aplica especialmente en las grandes celebraciones, como la Pascua.