En abril, la inflación se ubicó en el 8,8 por ciento, según el Indec. Si bien se trata de un valor que todavía es muy alto incluso respecto de la dinámica de los precios de los últimos años, también consolida la desaceleración respecto del pico del 25,5 por ciento que se tocó en diciembre, en medio de la fuerte devaluación de la moneda y del cimbronazo desregulatorio que aplicó el gobierno de Milei. Desde el comienzo de la gestión libertaria, la inflación acumula un 106,9 por ciento.
Rápidamente, el equipo económico liderado por Luis Caputo vendió el dato como un gran triunfo del Gobierno. “El IPC Nacional exhibe la primera variación mensual de un dígito desde octubre de 2023. La inflación núcleo, que excluye los componentes regulados y estacionales del índice, fue de 6,3 por ciento. Este fue el dato más bajo desde enero de 2023”, indicó el comunicado del Ministerio de Economía.
Hay varias consideraciones que matizan el festejo. Primero, es todavía una inflación muy alta. Por ejemplo, a lo largo de todo el gobierno de Alberto Fernández, solo se superó ese número en agosto, septiembre y noviembre del año pasado. Nunca en el gobierno de Macri y mucho menos en el de CFK se verificó un valor semejante. En otras palabras, falta muchísimo para poder hablar de una situación de baja inflación.
Por otro lado, el actual proceso de desinflación se da en un escenario que puede no ser sostenible por varias causas. La primera es la dimensión de la caída del consumo y de la economía en general a causa del deterioro salarial y del freno del gasto público. El propio gobierno tendrá que ver cómo revierte esta dinámica si quiere tener un buen desempeño electoral el año próximo. La segunda es la enorme incertidumbre cambiaria, debido a que la Argentina se convirtió en un país caro en dólares y el BCRA sólo sostiene la compra de reservas en base a la brutal recesión y dilatar pagos por importaciones. Si el gobierno devalúa, enfrentará una nueva suba de la inflación
Los datos
Con el 8,8 por ciento de inflación en abril, la comparación interanual arroja una inflación del 289,4 por ciento y del 65 por ciento respecto de diciembre. La división de mayor aumento en el mes fue vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con el 35,6 por ciento, por los incrementos en las tarifas de gas, agua y electricidad. En este punto, cabe aclarar que todavía falta que lleguen fuertes aumentos en las boletas de luz y gas, que el gobierno pospuso para no castigar aún más la inflación.
Luego aparecen los rubros de comunicación (14,2 por ciento), por las subas en servicios de telefonía e internet; y prendas de vestir y calzado (9,6 por ciento) por cambios de temporada. En el caso de salud, el aumento fue del 9,1 por ciento, nuevamente por arriba de la media, por las subas de prepagas y remedios.
En un rubro muy sensible como alimentos y bebidas se dio una suba del 5,7 por ciento, un valor también alto en términos históricos pero bien por debajo de la media. El desagregado muestra que pan y cereales avanzó 5,2 por ciento, en línea con carnes y derivados (4,9). Por arriba se movieron leche y lácteos (8,4) y verduras, tubérculos y legumbres (14,3 por ciento). En un rango más bajo aparecen aceites, grasas y manteca (4,1) y la baja de 2,9 por ciento de frutas.
A nivel de productos, durante el mes pasado se destacó la suba del 16,5 por ciento del queso cremoso; del 12,5 por ciento de la manteca; 10,5 por ciento del vino común y 10,8 por ciento del agua sin gas. Al mismo tiempo, hubo varias caídas de precios en productos importantes para la alimentación de los hogares, como el arroz blanco (-0,9 por ciento), harina de trigo (-0,2 por ciento) y el aceite de girasol (-0,3 por ciento).
Lo que viene
Respecto de lo que podría pasar con la inflación durante el mes en curso, el CEPA advierte que en alimentos y bebidas “en las dos primeras semanas los productos de consumo masivo se movieron al 4,0 por ciento respecto del mismo período del mes anterior. Los cortes de carne muestran un incremento de 7,5 por ciento respecto del promedio del mes de abril”.
Asimismo, en servicios regulados, el Gobierno decidió postergar el incremento de luz y gas para junio, al tiempo que se limitaron las subas de las prepagas y se dilató la aplicación del impuesto a los Combustibles, aunque éstos incrementaron su precio en 4,0 por ciento como ajuste por la devaluación. “En junio debería aplicarse no sólo el ajuste de 4,4 por ciento del Impuesto a los Combustibles postergado, sino también la actualización correspondiente al primer trimestre de 2024, que incidiría en un nuevo incremento de la nafta cercano al 20 por ciento”, dice el CEPA. También hay fuertes subas en comunicaciones y transporte.