El testimonio del Padre “Pepe” sobre su amigo Bergoglio

En La Banda, el Padre “Pepe” Di Paola recordó con emoción a su amigo, el Papa Francisco, tras conocerse la noticia de su fallecimiento. Lo hizo antes de celebrar misa en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, donde conversó con Info del Estero sobre la cercanía del Sumo Pontífice con los curas villeros, su profunda relación con Santiago del Estero y su legado como líder mundial.

Por Luciana Sposetti.

Por más que el paso del tiempo lo haya ido alejando físicamente, al Padre José María “Pepe” Di Paola le cuesta creer que Jorge Mario Bergoglio ya no está. Lo dice con voz serena, pero con esa emoción que se filtra cuando se habla de un amigo de toda la vida. “Uno se había acostumbrado a que era ese Bergoglio que seguía acompañando a la distancia todo lo que nosotros vamos realizando”, cuenta desde la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en La Banda.

No es un recuerdo lejano. El vínculo fue estrecho, cotidiano, de esos que se tejen en los márgenes, en los barrios donde “la palabra tenía también una dimensión social”, como dice Pepe. “Compartimos mucho en Buenos Aires, especialmente en la creación del Hogar de Cristo y en la tarea pastoral en las villas. Él sintonizaba con ese ser cura de barrio. Iba mucho a las villas. Se sentía cómodo”, resume.

LA CERCANÍA DE SANTIAGO DEL ESTERO CON FRANCISCO

Esa cercanía no era solo con los curas. También con las causas, las personas, los territorios. Y entre esos afectos firmes, Santiago del Estero tenía un lugar especial. “Me lo dijo hace años: la sede primada tenía que estar en Santiago, no en Buenos Aires. Era una idea que tenía desde siempre. Y después, lo concretó. Fue un acto de justicia, un gesto de reparación, de poner la mirada en otro lado, en la historia de la evangelización”, recuerda el sacerdote.

Francisco no solo mencionaba a Santiago. Lo vivía. “Tuvo gestos concretos: lo de Mama Antula, el reconocimiento a su figura jesuita, la relación con Campo Gallo. Me contaba que conocía San José de Boquerón porque había ido a poner en posesión al párroco de allí. Eso no se olvida”, dice.

Cuando el Papa cumplía dos años de pontificado, Di Paola pudo visitarlo. “A mí me llamaba la atención estar tomando mate con un Papa. En el Vaticano. Eso no le pasaba por la cabeza a nadie. Pero era Bergoglio. Era uno de los nuestros”, sonríe.

SU ÚLTIMA COMUNICACIÓN

Le escribió hace dos años, por el aniversario del Hogar de Cristo. Después, los contactos se volvieron más esporádicos. Pero lo importante quedó grabado: la presencia, los gestos, las ideas compartidas. También una intención que nunca se pudo concretar: “Tenía la idea de venir a la Argentina. Me nombró lugares, especialmente a Santiago. Lugares a los que nunca había ido un Papa. Quería privilegiar esos espacios”.

Al final de la charla, el recuerdo más atesorado le llega sin buscarlo: las charlas en las villas, los mates, los proyectos. “Fue un líder cercano. Y va a ser recordado como un líder de época, en tiempos de escasez de liderazgos. Un líder con valores humanistas, cristianos, capaz de unir a quienes piensan diferente”.

Desde el fin del mundo, pero siempre con el corazón puesto en los márgenes. Así fue Francisco. Así lo recuerda Pepe.