Atraparon al “carnicero de Giles” en Santiago del Estero después de estar fugitivo por más de diez días

Este domingo por la noche, la Policía Federal efectuó la detención de Luis Fernando Iribarren, conocido como el “carnicero de Giles”, en Villa Atamisqui, localidad de Santiago del Estero, después de estar prófugo por más de diez días.

El condenado a prisión perpetua por el asesinato de cinco integrantes de su familia tenía salidas transitorias de la Unidad 26 de penal de Lisandro Olmos, en la ciudad de La Plata, y aprovechó ese beneficio para fugarse.
El hombre había viajado desde Buenos Aires en un Peugeot 504 y fue visto manejando en una ruta de Santa Fe. Lo redujeron cuando caminaba junto a su perro.

Con esa información, el personal de Brigadas de la PFA montó un operativo que terminó con su detención.
En las próximas horas será trasladado nuevamente al penal y la Justicia podría revocarle las salidas transitorias, privilegio que le permitía asistir a un curso de extensión en la Universidad Nacional de La Plata.

Quién es el carnicero de Giles, uno de los asesinos más escalofriantes de la Argentina


La historia del “carnicero de Giles” es tan perturbadora como trágica. En 1986, en la pequeña localidad de San Andrés de Giles, en Buenos Aires, Iribarren, entonces de 21 años, se quedó solo tras supuestamente haber sido abandonado por su familia, que se habría mudado a Paraguay. Sin embargo, esta versión ocultaba una verdad aterradora.

En 1995, después de la desaparición de Alcira Iribarren, la tía de Luis, los vecinos alertaron a las autoridades por un fuerte olor en el patio de la casa que compartían. Al investigar, la Policía descubrió el cuerpo de Alcira, asesinada brutalmente con un hacha. En su confesión, su sobrino reveló que había asesinado a sus padres y a sus dos hermanos menores en 1986 y que los había enterrado cerca de su hogar.

El “carnicero de Giles” justificó estos crímenes diciendo que “quería aliviar el sufrimiento” de su tía enferma y que mató a sus padres y hermanos tras una discusión. En un relato perturbador, describió cómo cerró los ojos y disparó varias veces a su familia mientras dormían, antes de enterrar sus cuerpos en un chiquero del campo que tenían.

Después de ser condenado a cadena perpetua y a pesar de la gravedad de sus crímenes, Iribarren recibió permisos para salir del penal y asistir a clases en la Universidad Nacional de La Plata sin custodia.

En estas salidas, el hombre grababa videos que subía a TikTok y mostraba una vida en “semi libertad” que contrastaba con la brutalidad de los asesinatos. En esas publicaciones, aprovechaba para opinar de otros casos y quejarse del tránsito y las veredas de la ciudad. En esa plataforma, acumuló casi siete mil seguidores.