
Este 26 de julio se cumplen 73 años del fallecimiento de Eva Duarte de Perón, quien murió a los 33 años como consecuencia de un cáncer de útero. Su deceso ocurrió en 1952 y dio inicio a uno de los funerales más extensos y multitudinarios del país, con una duración de 16 días.
Durante ese tiempo, más de dos millones de personas se acercaron a despedir a la entonces primera dama, en un marco de homenajes organizados por el Gobierno y expresiones espontáneas de dolor popular.
El féretro fue instalado en el Ministerio de Trabajo y Previsión Social y luego trasladado al Congreso Nacional, donde se realizó el velatorio oficial. El pueblo acompañó con guardias constantes y largas filas para darle el último adiós, incluso bajo condiciones climáticas adversas.
Los sectores populares, identificados con el peronismo y a quienes Evita llamaba “los descamisados”, participaron activamente de los actos de despedida. La figura de Eva Perón había alcanzado una centralidad única, especialmente por su impulso a los derechos políticos de las mujeres y su defensa del acceso a la salud, la educación y el trabajo digno.
Tras las exequias, el cuerpo embalsamado fue trasladado a la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), donde permaneció por un tiempo. Años después, durante la Revolución Libertadora de 1955, sus restos fueron ocultados y llevados clandestinamente a Europa. Recién en 1976 fue posible repatriarlos y ubicarlos en el cementerio de Recoleta, donde descansan actualmente.
El funeral de Eva Perón se inscribió en la historia no solo por su duración, sino también por el grado de movilización social que generó. Hasta la actualidad, el 26 de julio permanece como una fecha de memoria en distintos sectores de la sociedad argentina.