FOTOS. San Gil y una marea de fe que colmó Sacha Pozo
La comunidad santiagueña celebró con emoción la Fiesta Grande de San Gil.

Desde primeras horas de la mañana, miles de promesantes comenzaron a llegar al santuario de Nuestro Señor de San Gil para participar de la Fiesta Grande, que se celebró este lunes 1 de septiembre en el paraje Sacha Pozo, departamento Banda. La jornada estuvo marcada por la devoción y la alegría comunitaria, en una de las festividades religiosas más emblemáticas de Santiago del Estero.

Ana González, encargada de la comunicación de la festividad, describió el ambiente como un día “muy cálido desde cada uno de los promesantes que llegó a la capilla, trayendo promesas, pedidos y agradecimientos desde distintos lugares”. La capilla abrió sus puertas a las 6 de la mañana, y desde ese momento se vivió un incesante ir y venir de fieles.

Ana González.

“Durante la mañana, la llegada de la gente fue bastante constante. A lo largo del día tuvimos academias locales bailando en el escenario, la misa central estuvo a cargo del arzobispo de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic Iglic, junto al padre Pepe, y eso nos llenó de alegría”, detalló González.

La organización destacó que, gracias a la colaboración del gobierno provincial a través del ministerio de Seguridad, este año no se cobró estacionamiento, lo que permitió que los fieles pudieran llegar libremente. “Antes teníamos que cobrar para cubrir ciertos gastos, pero ahora con esta ayuda enorme que nos dan, es fundamental para que todos puedan venir y vivir la fiesta”, explicó.

En cuanto a la cantidad de asistentes, González indicó que “cuando hablamos con la policía y en base a sondeos, estimamos entre 15.000 y 20.000 personas en distintos momentos del día”. Los horarios de mayor concurrencia fueron entre las 15 y las 18 horas.

Comparado con el año pasado, la mañana tuvo más asistentes, lo que González atribuyó tanto a las condiciones climáticas como a que el arzobispo y el padre Pepe estuvieron presentes, lo que agregó importancia a la celebración.

Tras la jornada central, la organización se ocupó de acomodar flores, velas y banderas que los promesantes dejaron como símbolo de sus promesas. “San Gil está siempre abierto, los 365 días del año, así que quien quiera venir puede hacerlo en cualquier momento, y siempre va a encontrar gente, aunque no en la misma cantidad que durante la fiesta”, recordó González.