Dos de sus amigas se suicidaron; hoy colabora en una ONG: “Uno de los mitos es que es una decisión valiente o cobarde”

Paula Acuña tenía unos 18 años cuando dos de sus amigas se suicidaron en su ciudad natal, Monte Quemado. Recuerda que entonces no encontraba respuesta alguna para las preguntas que se amontonaban en su cabeza sobre lo que pudo ocurrirles para que tomaran esa decisión, o lo que podría haber hecho por ellas.

Buscaba culpables, se incluía entre ellos. Nada cambiaba.

“Son cosas que no puedes explicar porque cada uno tiene su proceso, su dolor y son situaciones que te llevan o que en ese momento a ellas las han llevado a tomar esa decisión”, señala ahora, 12 años después de los suicidios, cuando puede mirar en retrospectiva con madurez.

Lo de sus amigas no fue –o no parecía ser- algo “aislado” en Monte Quemado. Al menos desde 2007 hasta 2013, las cifras de suicidios en la ciudad eran tormentosas. Solo a modo de dimensionarlo, un trabajo de la Dra. Blanca A. Fritschy para el CONICET (Suicidio, una forma de violencia e indicador de salud de la población) señala que en 2007 se conocieron “seis suicidios consumados y cinco intentos en adolescentes en dos meses”.

En 2022, Marcos Vanzini, presidente de la organización Escenarios Saludables, explicaba que la cabecera del Departamento Copo “tenía 12 o 15 mil habitantes y de cinco años a esta parte había sufrido 30 suicidios de jóvenes”. Si bien la asociación había nacido en Buenos Aires y con otros fines, las alarmantes cifras de Monte Quemado los llevaron a redireccionar su trabajo hacia la formación comunitaria en prevención del suicidio.

Paula, que por ese entonces se había mudado a Santiago Capital para estudiar Trabajo Social (su profesión actual) decidió sumarse a esa ONG sin fines de lucro. Quería ayudar a evitar lo que antes no pudo. Por fin había encontrado el apoyo necesario para entrar en acción con gente convencida de que silenciar el tema no hacía más que agravarlo.

 “Eran personas llenas de vida”

Cada caso es un mundo. No siempre las personas que deciden acabar con su vida dan señales de padecimiento. Para Paula era totalmente impensado que sus amigas pudieran suicidarse. No conocía de problemas mentales, las veía como adolescentes típicas, “con papá, mamá, familias tradicionales”.

De hecho, una de ellas estaba muy abocada a la religiosidad, acudía permanentemente a la iglesia y socializaba con grandes grupos de amigos. “Eran personas realmente llenas de vida”, cuenta.

“Mi pregunta era qué es lo que ha pasado. ¿Por qué no he estado? ¿Qué es lo que yo no he podido hacer? ¿O por qué alguien no las ha escuchado? ¿Qué es lo que ha pasado en esa situación? es una gota que rebalsó el vaso… son segundos, momentos…”, agrega.

Los hechos se dieron en un lapso inferior a un año; lo que fue todavía más difícil de procesar para ella. Sin embargo, no deja de pensar en sus seres más cercanos: “Imagínate que para su familia es mucho más doloroso una pérdida repentina porque es alguien que decide terminar con su vida y no encuentras explicación alguna”.

Paula cuenta que en el caso de una de las adolescentes había dejado una carta en la que pedía perdón a su madre por lo que iba a hacer. “Le decía que se cuide y que esta decisión la tomaba porque no sabía qué hacer con su vida (…) que la amaba a ella, que amaba toda su familia y que no se culpabilicen por lo que ella estaba haciendo, que era su decisión”, rememora.

La trabajadora social la recuerda como una chica “muy sociable, muy alegre”, que siempre se mostraba “con grupos de amigos, rodeada de gente”. También se le conocía una parte más conectada con su espiritualidad, ya que solía acudir a la iglesia “todos los domingos”. “Una chica muy estudiosa e inteligente”, describe.

Desmitificar y crear “Escenarios Saludables”

Cuando Paula se involucró en Escenarios Saludables no era fácil abordar la temática del suicidio. Para muchos, era preferible obviar el tema. Pero el problema se repetía. Entonces, la primer barrera a derribar era esa: el silencio.

“Escenarios Saludables es una asociación sin fines de lucro que comenzó en Buenos Aires con la creación del doctor Raúl Morello y actualmente es presidida por Marcos Vanzini. De manera desinteresada han empezado a trabajar en el tema de la prevención del suicidio en Monte Quemado y han seguido un camino largo brindando talleres de prevención”, relata.

En el trayecto se encontraron con numerosos preconceptos errados que solo con ayuda de profesionales de la salud mental pudieron desarmar. Paula hace hincapié en uno de ellos: “uno lo ve como una decisión valiente o cobarde. Y no, no es una decisión valiente ni tampoco es un acto cobarde. Simplemente es un padecimiento y un sufrimiento por el que atraviesa la persona”.

“Me ha llevado mucho tiempo poder comprender esta situación”, expresaba. Pese a los escasos conocimientos en el tema no se amedrentó a la hora de abordarlo. Alguien debía hacerlo en su comunidad.

En la organización encontró la oportunidad para ayudar y de manera adecuada a otros jóvenes. Vio cómo trabajaban, tomó contacto con profesionales calificados y se involucró. Ahí supo que una tarea básica era la de escuchar. “Cuando hablamos de prevención del suicidio, es fundamental la escucha activa, estar y ponerte también en el lugar del otro y entender al otro”, señala.

De la acción al cambio

Otra creencia bastante extendida es que una persona termina con su vida por un hecho puntual. Pero en realidad es una problemática “multicausal”. “No hay una sola causa, un motivo . (…) hay personas que por ahí no encuentran escapatoria, no encuentran salida. Por eso, nosotros siempre cuando trabajamos y terminamos una charla, terminamos con un abrazo, con una sonrisa, contando historias, anécdotas…

Y es algo sorprendente porque te da ganas de hacer otras cosas, de generar otras cosas en otros. Y vos dices: ‘che, una charla motivacional no me puede llevar a esto o a pensar tal cosa’. Es increíble cómo cambia, porque cuando vos cambias la visión desde el dolor hacia lo creativo, hacia lo alegre; las acciones se modifican totalmente”.

Paula se encontró muchas veces pensando que el impacto de su trabajo no era suficiente. Sin embargo, entendió que para otros era “un montón”. En ese sentido destaca también el modo de capacitar que despliega “Escenarios” que predispone a los jóvenes, principalmente, a poner sus emociones “sobre la mesa”.

“Todas las charlas son en base a juegos; alegres, divertidas. Son charlas motivacionales que te hacen decir ‘sí a la vida’, ‘sí, yo quiero seguir viviendo’”, comenta. Aún cuando laos ánimos no son los más optimistas, el éxito de las capacitaciones se cuenta en la posibilidad de que los adolescentes exterioricen lo que sienten.

Pues, les pasó que docentes contaran a los oradores que los estudiantes terminaban por pedir una charla con psicólogos de la institución o ser derivados a algún profesional. “Nos preguntaban a dónde se puede llegar, dónde podía tener contención, dónde la conseguimos gratuitamente… porque hay muchos chicos que no tenían para hacer una terapia. Entonces, ir haciendo y creando esos lazos en las instituciones, me parece totalmente importante y acertado”, destaca Paula.

En el Día de la Prevención contra el Suicidio, Escenarios Saludables destaca la importancia de “trabajar en comunidad” y “crear redes de contención”. Si bien, la organización dicta talleres en instituciones del Nivel Secundario, donde prevalecen los adolescentes y jóvenes, Paula recuerda que esta problemática no conoce de rangos etarios ni sociales.

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