
Con muchísimo esfuerzo logró comprarse su moto, pero la alegría se le terminó ese mismo día, cuando le llegó la carta de despido de su trabajo. Lejos de deprimirse, esta mujer bandeña que es el ejemplo de la fortaleza de salir adelante, tomó la decisión de dejar ir su moto, sabiendo que vendría algo mejor. Pero no la vendió, sino que eligió implementar un tipo de sorteos que había visto que se hacían en otras provincias a través de las redes sociales. Así nació Sorteos Bomba, el emprendimiento de Gladys Cejas, una madre luchadora del barrio Avenida, y esta es su historia.

De quedar sin trabajo a ayudar a cumplir sueños
En Santiago del Estero todos hablamos de ella. Se llama Gladys Cejas, es bandeña, tiene 42 años, vive en el barrio Avenida y es mamá de tres hijos. Su nombre comenzó a resonar en las redes sociales gracias a un sistema innovador que ella misma implementó y que bautizó como los “sorteos bomba”. A través de transmisiones en vivo, reparte sueños: motos, celulares, electrodomésticos y mucho más.
“Mami, estás loca, ¿cómo vas a sortear tu moto?”
Nos contó que todo comenzó en agosto del 2024. Ese fue el mes en el que se animó a dar el gran paso: sortear una moto, con la esperanza de que alguien pudiera cumplir su deseo de tener su propio medio de movilidad. “No lo hago por ganar plata —nos confió—, lo hago para dar una posibilidad a quienes la necesitan. Hay gente que va en bicicleta a trabajar o lleva a sus hijos a la escuela caminando. Con unos pocos pesos, pueden soñar con algo más grande”.

La historia de Gladys tiene mucho de lucha y de resiliencia. Durante años trabajó en Coteminas, hasta que en 2019 fue parte de un despido masivo. Luego volvió a la fábrica, pero en 2023, con el cambio de gobierno, mientras estaba de vacaciones le llegó la carta de despido definitivo. “Fue un golpe muy duro, más siendo mamá soltera. Pero tenía fe en que algo nuevo iba a aparecer”, recordó.
En paralelo, había comenzado a pagar una Honda Wave con la idea de licitarla. Contra todo pronóstico, pudo cancelarla de contado y en 2024 finalmente la retiró. Fue entonces cuando decidió animarse: “Mis hijos me decían ‘mamá, estás loca, ¿cómo vas a sortear la moto?’. Pero yo aposté a la transparencia. Podía perder plata, pero ganaba confianza”. Así nació el primer sorteo bomba.
“Todos mis premios han sido entregados a los ganadores”
Desde aquel 28 de agosto de 2024, los sorteos se multiplicaron. Hoy, a poco más de un año, ya lleva entregadas cuatro motos, además de celulares, ventiladores, un iPhone para el Día del Niño y distintos electrodomésticos en sorteos exprés. Cada oportunidad genera expectativa en toda la provincia: participan vecinos de La Banda, Capital, Termas de Río Hondo, y hasta de Tucumán.

El sistema es simple pero efectivo: cada persona compra chances que se traducen en papelitos con su nombre dentro de una urna, sin límite de cantidad. “Hay días que duplico o triplico las chances para animar a la gente. He visto esta metodología en otras provincias, siempre llevada adelante por hombres. Yo quiero demostrar que una mujer también puede hacerlo y romper esa estructura”, señaló con orgullo.
La confianza es la base de su propuesta. “Hay mucha desconfianza, es cierto. Por eso cuento mi historia, muestro todo en vivo, explico cómo funciona. Algunos ganadores invirtieron apenas dos mil pesos en chances y se llevaron una moto. Eso me llena de orgullo y satisfacción”, nos dijo emocionada.
El deseo de hacer un sorteo grande para fin de año
Con la ayuda de sus hijos, el apoyo de sus hermanos y sus padres, Gladys se anima a soñar más grande. Sueña con que este sistema explote, que todo Santiago la conozca y que la iniciativa llegue a otras provincias. “No busco ganancia, busco ser una bendición. Cada vez que entrego un premio siento que vale la pena todo el esfuerzo”, nos confesó.
Su historia es la de una mujer que, desde la humildad y la adversidad, supo reinventarse y encontrar una manera distinta de tender la mano. Los sorteos bomba son mucho más que un juego de azar: son una oportunidad, un sueño posible, un gesto de esperanza en tiempos difíciles.
Y Gladys, con su fe y su empuje, nos lo demuestra cada día.