
Tras las desregulaciones anunciadas por el Ministro homónimo, Federico Sturzenegger, Estados Unidos advirtió por un incipiente problema de “fiebre aftosa” en Argentina. Por esta misma razón la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, afirmó que su país comprará “poca carne argentina”.
La funcionaria del país del norte advirtió que cualquier apertura del mercado deberá garantizar la seguridad sanitaria frente al riesgo de fiebre aftosa. La funcionaria explicó que las conversaciones con el Gobierno argentino continúan, pero anticipó que el volumen de exportaciones será limitado.
Rollins confirmó que la administración de Donald Trump mantiene un diálogo con la Argentina por exportaciones de carne vacuna, aunque pidió prudencia ante las expectativas del sector agroexportador. “No será mucho lo que compremos”, aseguró, y puso el foco en los controles sanitarios por la fiebre aftosa. La declaración, contradice la condición sanitaria oficial de la Argentina, libre de fiebre aftosa según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).
La funcionaria explicó que Estados Unidos consume unas 12 millones de toneladas métricas de carne bovina al año, de las cuales 10 millones se producen internamente. “Los otros dos millones se producen y hay diferentes partes de eso. Está McDonald’s y la carne molida versus los cortes musculares reales, que son para muchos estadounidenses la parte saludable de esto”, detalló.
Rollins insistió en que cualquier apertura deberá “garantizar la seguridad sanitaria del rodeo estadounidense”. “Argentina enfrenta un problema de fiebre aftosa y en el Departamento de Agricultura tenemos que garantizar que nuestra industria ganadera esté segura”, subrayó.
Desregulación en Argentina
Federico Sturzenegger, al frente del ministerio de Desregulación, automatizó la venta de vacunas contra la aftosa y facilitó su acceso a menor costo para los productores, reduciendo controles y agilizando trámites.
La intención oficial es “fomentar la producción y abaratar insumos”, pero el efecto en las exportaciones es opuesto: el mercado más exigente del mundo sigue limitando las compras de carne argentina.