Desesperación en Jamaica tras la devastación causada por el huracán Melissa

La gente camina por calles enlodadas buscando comida entre los escombros. Algunos se meten en tiendas destrozadas con la esperanza de encontrar agua embotellada u otros suministros.

Mientras aumenta el número de muertos, los residentes de Black River siguen buscando a sus seres queridos y luchan por sobrevivir, días después de que el huracán Melissa convirtiera a esta ciudad portuaria jamaicana en el epicentro de la devastación que azotó el Caribe. Los residentes afirman haber vivido en un estado de caos durante los últimos tres días, desde que Melissa los golpeó como una de las tormentas de categoría 5 más poderosas jamás registradas en la región.

Los fuertes vientos y la marejada ciclónica arrasaron la zona, dejando las carreteras intransitables y un rastro de destrucción que los tiene cada vez más desesperados y aislados, sin electricidad ni agua corriente. Barcos volcados yacen en las aceras. Hay edificios de ladrillo partidos por la mitad. Enormes láminas de metal retorcidas se pueden ver entre las ramas de los árboles, así como autos hechos pedazos.

Los residentes dijeron que, hasta el momento, no han visto camiones de ayuda en la zona y aseguraron que se ven obligados a comer lo que encuentran entre los escombros junto a las calles en esta ciudad, a casi 150 kilómetros al oeste de la capital, Kingston.

Por su parte, Christian Lindmeier, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), informó que tres hospitales importantes de Jamaica resultaron gravemente afectados, reduciendo la capacidad del sector sanitario para atender emergencias.

Los daños a la red eléctrica y la falta de generadores agravan la situación. La OMS está desplegando equipos médicos de emergencia, apoyando el clúster WASH (agua, saneamiento e higiene), ofreciendo asistencia psicológica y reforzando la vigilancia epidemiológica.

Las agencias de las Naciones Unidas y sus socios humanitarios están ampliando los esfuerzos de respuesta en Jamaica, Cuba y otros países del Caribe tras el paso del huracán Melissa, que ha dejado una estela de destrucción en comunidades ya afectadas por desastres previos. Desde Kingston, el director para el Caribe delPrograma Mundial de Alimentos (PMA), Brian Bogart, describió la situación en el terreno como “apocalíptica”. Recién regresado del área de Black River, en el sur de Jamaica, relató que en esa comunidad “parece como si una bomba hubiese explotado”.

Muchas familias duermen en las calles, sin comprender aún la magnitud de los daños. En el Hospital de Black River, el personal médico trabaja sin descanso para atender a los pacientes, mientras numerosas viviendas permanecen bajo el agua. Las prioridades inmediatas incluyen restablecer el acceso vial a comunidades aisladas y brindar asistencia alimentaria urgente. El PMA está colaborando con el Gobierno jamaicano para resolver los desafíos logísticos y de comunicación, además de distribuir 5000 kits de alimentos, suficientes para alimentar a 15.000 personas durante una semana. Bogart destacó que la capacidad de respuesta actual es resultado del trabajo de preparación realizado previamente, lo que ha permitido ampliar la respuesta con rapidez. “El pueblo de Jamaica es increíblemente resiliente, pero su resiliencia necesita ser apoyada ahora”, subrayó.