Por Cecilia Inés Russo*
Hay conversaciones que describen el mundo, y hay conversaciones que lo diseñan.
Las primeras se quedan en el relato de lo que es. Las segundas se atreven a imaginar lo que podría ser.
En los equipos, en las organizaciones y en la vida, el futuro no llega como algo que sucede: el futuro se diseña en la conversación. Cada vez que nos sentamos a hablar de lo que soñamos, de lo que queremos crear o transformar, estamos dando forma —lingüística y emocional— a un futuro posible.
Durante mucho tiempo creímos que conversar era intercambiar información. Pero las conversaciones para el diseño de futuro no informan: declaran, visibilizan y comprometen. Son actos lingüísticos que hacen nacer realidades nuevas. Cuando un líder conversa desde la visión, no solo proyecta metas: convoca energía, sentido y compromiso colectivo.

Algunas de estas conversaciones se conocen como declaraciones de visión: momentos en que una persona o un equipo dice, con claridad y emoción, el mundo que quiere crear. Una declaración de visión no es un eslogan ni una frase inspiradora: es un acto de liderazgo que orienta la acción, incluso antes de tener todas las respuestas.
En una institución educativa de Santiago del Estero, un equipo directivo decidió reunirse no para “resolver problemas”, sino para conversar sobre el colegio que querían ser en cinco años. Esa diferencia en la pregunta lo cambió todo: la conversación se volvió creativa, esperanzadora, llena de propósito. Lo que dijeron ese día aún no existía, pero comenzó a tomar forma a través de las palabras.
Algo similar ocurrió en una empresa de tecnología en Lima. Frente a la saturación del trabajo operativo, su directora convocó al equipo a una conversación distinta: ¿qué futuro queremos diseñar como organización? De ese diálogo surgió una declaración simple y poderosa: “Queremos ser un equipo que crea innovación con bienestar”. Esa frase, dicha en presente y sostenida en el tiempo, se convirtió en brújula: guió decisiones, proyectos y acuerdos internos.

Las conversaciones que crean futuro tienen tres fuerzas invisibles:
- La escucha profunda, que permite percibir lo que el sistema necesita crear.
- Las preguntas poderosas, que abren nuevas perspectivas.
- Las declaraciones de visión, que convierten la intención en dirección.
Ver con claridad el futuro produce un impacto emocional enorme: moviliza esperanza, sentido y energía. No porque el camino esté asegurado, sino porque ya existe una dirección compartida.
El futuro no se espera: se conversa, se diseña y se declara. Y cada líder puede elegir si quiere seguir hablando del mundo que hay, o empezar a conversar el mundo que quiere que exista.
