Vicente Bokalic, arzobispo de Santiago del Estero estaba plenamente centrado en su tarea de pastor conduciendo una diócesis extensa de la Argentina, con una riqueza “muy linda” en relación con la piedad popular.
Bokalic, quien desde el 22 de julio ostenta el título de Primado de la Argentina por iniciativa del Papa Francisco, en diálogo con Vatican New, el medio informativo de la Santa Sede, revela que su jurisdicción siempre ha contado con la asistencia de otros sacerdotes, de congregaciones religiosas que acompañaban al clero local en la misión evangelizadora. “Por este motivo, estoy plenamente concentrado en esta actividad”, remarca.
El prelado recuerda que este año es especial para Santiago del Estero, puesto que fue canonizada Mama Antula, “una mujer santiagueña”, explica Bokalic. Según el neocardenal, se trata de un ejemplo que los conmovió y llenó de alegría: “Era algo para esperar, para rezar, porque nos hizo mucho bien como comunidad diocesana y nos inspiró”.
En este contexto, le sorprendió el deseo del Pontífice de crearle cardenal.
Al recibir el birrete cardenalicio, Bokalic ampliará su radio de acción y podrá servir desde sus limitaciones, acompañando el pastoreo del Papa Francisco con un sentido universal.
“Mi corazón, mi mente, mi espíritu y todas mis fuerzas están aquí, en la diócesis de Santiago del Estero, pero sé que esto me implica pensar más allá de aquí, sino en la Iglesia, que está en todos los pueblos de la tierra.”
Como misionero vicentino, es consciente de la riqueza de la Iglesia universal que cuenta con misioneros en todas las latitudes. A partir de esta perspectiva, Bokalic se alegra por los viajes apostólicos del Obispo de Roma hacia los sitios más distantes. Allá se encuentran numerosas personas necesitadas de la animación, de la presencia del Pastor para confirmarlos en su fe.
“Siento profundamente esto y voy a poner lo mejor de mí, de lo que yo pueda aportar, para que vivamos con gran profundidad esta realidad de la Iglesia.”
Bokalic quiere seguir anunciando el Evangelio en los lugares más lejanos, en las periferias, donde la Iglesia recién está instalándose, echando raíces, donde hay grupos de cristianos que permanecen fieles al mensaje de Jesús, y requieren de un acompañamiento.