La violencia vicaria: cuando los hijos se convierten en el arma más cruel contra las mujeres

Por Lourdes Suárez Torres

Estaba terminando septiembre cuando nos llegó el mensaje de una mujer profundamente preocupada por su hermana y lo que estaba viviendo. Su intención, más allá de visibilizar lo que pasaba, era pedir ayuda. Ayuda para su hermana, que se encuentra envuelta en un entramado de tipos de violencia por el que su ex pareja, un hombre de poder (pai umbanda) la alejó de su familia, la acusó de estar loca, la hizo internar en un hospital de salud mental y se quedó con la hija que tienen en común, aislandola de toda la familia materna.

Lamentablemente, esta santiagueña no es la única víctima de este tipo de violencia que hoy tiene nombre y un colectivo de activistas que cada dia suman más voces para luchar contra ella y terminar con su aparato de crueldad e injusticia: la violencia vicaria.

Así llegamos a Asociación MAMI Argentina, a Susana Ruberto, y a la historia de una madre que transformó el dolor y la impotencia de haber sido alejada de su hijo injustamente, en una fuerte red de mujeres poderosas que se contienen y acompañan en esa lucha contra un sistema injusto, desigual, y que se olvida de los derechos de los niños.

De la informática a la militancia por los derechos de las madres

Cuando conocí a Susana Alejandra Ruberto, me costaba entender que no fuese abogada. Su historia personal combina una sólida trayectoria profesional con una lucha marcada por el dolor y la resiliencia.
Nació el 25 de mayo de 1965 en Santos Lugares, Buenos Aires, y estudió Ingeniería en Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Su carrera se desarrolló entre el ámbito educativo y el privado, con proyectos vinculados a la formación docente y a la innovación tecnológica.

Fue creadora del Instituto Superior de Informática Educativa, con programas de capacitación en todo el país y materiales desarrollados para el Ministerio de Educación. También participó en la implementación del posgrado en Informática Educativa en Río Negro, subvencionado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Pero su vida cambió por completo a los 40 años, cuando nació su único hijo, Manuel. En 2017, tras 17 años de matrimonio, se separó en un contexto de violencia de género, y dos años después, en 2019, su ex pareja retuvo al niño durante una visita y no lo devolvió. Desde entonces, Susana enfrenta una larga batalla judicial para recuperarlo. “A partir de ese momento —me dijo— mi vida se convirtió en una lucha diaria por la justicia y por todas las madres que viven lo mismo”.

El nacimiento de MAMI y la voz de miles de mujeres

De esa experiencia nació la Asociación M.A.M.I., “Manipulación con Alejamiento y Maltrato Infantil”, me explicó. “La armé en mi desesperación, porque no sabía qué más hacer para llegar a la justicia”.

El punto de partida fue un perfil de Instagram. “Empecé a contar mi historia y a recibir miles de mensajes de mujeres de todo el país que estaban viviendo lo mismo. No sabían cómo nombrarlo, y así llegué al concepto de violencia vicaria, acuñado por la psicóloga argentina Sonia Vaccaro, que vive en España. En 2020 lo traje a Argentina y empezamos a difundirlo”.

La asociación creció rápidamente. Hoy cuenta con representantes en todas las provincias argentinas, además de capítulos en Chile, Colombia, Venezuela, Uruguay y Panamá. “Estamos online, recibiendo casos todos los días. No tenemos recursos, pero sí mucha convicción. Cada provincia tiene su “mami” referente, una madre que conoce los organismos locales y puede acompañar con cercanía”.

Qué es la violencia vicaria: la forma más cruel de la violencia de género

La violencia vicaria es “una forma de violencia de género que se ejecuta a través de los hijos para seguir dañando a la mujer”. “Te dicen no te voy a matar, te vas a matar vos sola o te voy a dar donde más te duele. Usan a los hijos como armas, como trofeos, como castigo”.

El Sistema Argentino de Información Jurídica (SAIJ) la define como una violencia secundaria hacia la víctima principal, ejercida a través de terceros —por lo general, los hijos— con el objetivo de perpetuar el daño. La investigadora Bárbara Porter identifica siete formas: física, psicológica, sexual, económica, judicial, vincular y por negligencia o abandono.

En Argentina, el concepto fue incorporado a distintos proyectos legislativos, tanto a nivel nacional como provincial. En Buenos Aires, la Ley Integral de Abordaje de las Violencias por Razones de Género ya cuenta con media sanción, y a nivel nacional la diputada Victoria Tolosa Paz presentó un proyecto para incluir la violencia vicaria dentro de la Ley 26.485.

Uno de los fallos más relevantes en el país es el caso “S., J.I. c. A., E.D. s/ régimen de comunicación”, donde una jueza de paz de Villa Gesell negó la revinculación forzada entre un niño y su padre al comprobar que existía violencia vicaria. El fallo fue considerado pionero porque reconoce que forzar el contacto puede constituir violencia institucional hacia el menor y su madre.

“La violencia vicaria comienza mucho antes del día en que se llevan a los chicos, solo que una está en una situación tan vulnerable que no ve las señales”, comenta Susana. Consiste en ir alejandro a los hijos a través de la manipulación y quitarles la tenencia legal a las madres. Con todo esto, explica Susana que cuando es en contra de las mujeres, la Justicia actúa más rápido: “A los tres meses de la primera denuncia ya te quitan la criatura y te corren del hogar, y encima la cuota alimentaria la pasa a pagar la madre, todo sin investigar a fondo”.

Una red que no deja solas a las madres de todo el país

¿Cómo resistir cuando el violento usa todo su poder para tratarte de loca? La respuesta es clara: entre mujeres. Desde MAMI, Susana y su equipo —formado por psicólogas, trabajadoras sociales y madres— brindan acompañamiento emocional y asesoramiento legal. “Una mujer que no ve a su hijo está desbordada. Lo primero que hacemos es contenerla psicológicamente. Tenemos listas de abogados y profesionales gratuitos, y otras para casos en los que se enfrentan a hombres poderosos”, explica.

La asociación también impulsó la redacción del Proyecto de Ley de Violencia Vicaria, presentado en julio de 2022, y trabaja junto a diputadas y organismos provinciales en mesas de debate para lograr su aprobación.

Santiago del Estero, entre las provincias con más casos de violencia vicaria

En Santiago del Estero, MAMI acompaña actualmente varios casos, entre ellos el de la tía que nos escribió pidiendo ayuda para su hermana y su sobrina (el que dio origen a esta nota). En este punto, Susana refuerza la idea de la red federal en la que es importante tener una mami local en cada provincia, porque son las que conocen mejor al sistema desde la idiosincrasia local.

“Los lugares más críticos son los juzgados de familia y las fiscalías, donde no hay perspectiva de género ni de niñez. En cambio, con los juzgados de paz trabajamos mejor”, dice. Según los registros de la asociación, Neuquén encabeza la lista de provincias con más casos, seguida por Córdoba, Santiago del Estero, Buenos Aires y CABA.

“En Córdoba es como ir a una hoguera —dice con crudeza—, directamente las madres terminan presas. Lograr una audiencia puede llevar dos años. ¡Dos años en la vida de un hijo es una eternidad!”.

Estar fuertes para el día que los hijos regresen

No ve a su hijo hace siete años, y aún así Susana no detiene su lucha. Hoy continúa su formación académica con diplomados y especializaciones en ciencias sociales en FLACSO, y cursa la Maestría en Violencia de Género y Políticas Públicas. Sin embargo, hay heridas que nunca cicatrizan.

“Yo hubiese preferido que me quite todo, menos a mi hijo. Cuando llevás a tu hijo a la calesita y lo perdés de vista un segundo, te da taquicardia. Imaginá lo que es no verlo durante años. Por eso digo que tenemos que estar fuertes, porque nos quieren locas, y tenemos que estar preparadas para el día que vuelvan”, dice con los ojos llorosos y una voz que es la mezcla entre el dolor, la impotencia y la esperanza. Porque si hay algo que no se le puede pedir a una madre es que pierda la esperanza en sus hijos.

Aún no logró reencontrarse con Manuel, pero la transformación de su dolor en una causa que trasciende fronteras. “Hoy trabajo por todas las madres que están viviendo lo mismo. Porque cuando una mujer logra ponerle nombre a lo que le pasa, empieza el camino hacia la libertad”. MAMI fue pionera en el país, y hace solo dos meses se comenzó a formar el colectivo mundial contra la violencia vicaria.

Susana es mucho más que una madre en busca de justicia. Es una profesional, una investigadora y una militante, que transformó una tragedia personal en un movimiento social que da voz a miles, y no busca protagonismo. “Quiero visibilizar este tipo de violencia que es tan grave como la psicológica, la económica y la sexual, y porque simplemente no está bien quitarle el hijo a una mujer, sin una causa real, por algo inventado, por más revinculación que haya, el daño es impagable”.

En cada historia que escucha, en cada mujer que acompaña, late la misma convicción que guía su camino: “Nombrar la violencia es el primer paso para transformarla. Y aunque los podemorosos que controlan el poder se empeñen en tildarnos de locas, vamos a mantenernos firmes, unidas, para luchar contra la injusticia, y algún día, si la vida lo permite, vamos a ver volver a nuestros hijos, porque no los van a poder apartar de nosotras para siempre”.