Cooperativa transforma frutos del monte en alimentos agroecológicos con aroma a Santiago del Estero
TRES DE LOS NUEVE SOCIOS. Con una planta propia, habilitaciones nacionales y un sueño compartido, construyen día a día este proyecto.

Por Luciana Sposetti

Cuando llegué a San Ramón, a pocos kilómetros de La Banda, lo primero que noté fue el aroma. Un olor cálido, tostado, entre dulce y terroso, que anticipaba todo lo que estaba por descubrir. Allí, en una planta que ellos mismos acondicionaron, funciona la cooperativa Santiago en Producción, más conocida por su marca: Monte Vivo.

“No era una fábrica, era una casa que pudimos adaptar con mucho esfuerzo”, cuenta Santiago De Gregorio, uno de los socios fundadores, a INFO DEL ESTERO. Y no exagera: construyeron mesas, colocaron mosquiteros, instalaron extractores, adaptaron cada espacio hasta cumplir con las exigencias sanitarias para obtener el Registro Nacional de Establecimiento y comercializar sus productos a nivel país.

¿Cómo nace Monte Vivo?

Monte Vivo es como un hijo para nosotros. Todos veníamos trabajando cosas relacionadas con el monte, la algarroba, la agroecología, de forma individual. Después nos fuimos juntando. Al principio producíamos para Café Veggie, una marca de Buenos Aires. Un día encontramos ese café en una dietética acá, en Santiago, y dijimos: “Ese es nuestro café”. Ahí empezamos a soñar con tener una marca propia.

El sueño tomó forma en 2022, cuando lograron formalizarse como cooperativa. Aunque el recorrido ya venía desde mucho antes. Algunos miembros trabajaban con algarrobas desde el año 2000. La producción se fue sofisticando con los años hasta llegar a establecer protocolos propios. Hoy, Monte Vivo cuenta con cuatro productos habilitados a nivel nacional: harina de algarroba, café de algarroba, café de mistol y café de chañar. Próximamente se sumarán la miel y las barritas proteicas que desarrollaron recientemente.

 

¿Cuál fue el producto estrella en los comienzos?

—La algarroba. Siempre fue lo más conocido. Pero hoy el café de mistol tiene muchísima salida. Es muy parecido al café tradicional en sabor, aroma, textura. Tiene muy buena aceptación. Y la miel también es un producto fuerte para nosotros.

En la planta, cada paso está medido y cuidado. Recolectan parte de la materia prima y otra la compran a cooperativas cercanas. “Todo se hace aquí. Lavamos, desinfectamos, secamos, seleccionamos a mano, tostamos, molemos, envasamos. Es un proceso artesanal, pero con protocolo”, detalla Santiago.

 ¿Cómo es un día de trabajo en Monte Vivo?

—Cuando hay producción, estamos todo el día. Ya sabemos qué toca hacer. Por ejemplo, si hay vainas nuevas, hay que ver si sirven, secarlas, que pierdan humedad. Se preparan pedidos, se controlan los stocks, se envasan productos. No hay días iguales.

¿Y todos hacen de todo?

—Sí, esa es la idea. Si bien hay especializaciones, buscamos que todos puedan hacer cualquier tarea. Así, si alguien no está, otro puede continuar el trabajo. En el futuro queremos sumar gente que se especialice en roles más definidos.

La marca, el logo, el diseño, fueron también fruto del trabajo colectivo. “Queríamos que dijera monte. Hicimos lluvia de ideas, hasta en quichua buscamos palabras. Monte Vivo pegó enseguida: transmite vida, rompe con la idea de que el monte es pobreza. El monte puede generar ingresos, trabajo, dignidad”, reflexiona.

Y eso no es solo una idea: muchas familias hoy recolectan frutos del monte y tienen un ingreso a partir de eso. Para Monte Vivo, es importante desarrollar la economía local y promover vínculos con escuelas, comunidades y otros emprendimientos cooperativos.

¿Cuál es el perfil de su consumidor?

—Buscamos consumidores responsables. Gente que quiera saber de dónde proviene lo que consume, que valore lo agroecológico, lo natural. Tenemos mucho contacto con personas que buscan alternativas por razones de salud, deportistas, gente que quiere comer sano. Pero en realidad, donde vamos, siempre hay buena aceptación.

Ferias como Peperina en Córdoba o Caminos y Sabores en Buenos Aires fueron oportunidades clave para dar a conocer los productos. “Nos equipamos con cafeteras para hacer degustaciones. Solo con el olor ya se acercan. Cuando prueban, muchos no vuelven atrás”, dice Adrián, otro integrante, con una sonrisa. El feedback con el público es constante: comparten recetas, responden consultas, reciben fotos de clientes usando sus productos en casa.

En paralelo, piensan estrategias para dar un salto en escala. La cooperativa ya creció en volumen: pasaron de procesar 500 kilos de algarroba en 2024 a más de 5.000 este año. También recolectaron más chañar y mistol que el año anterior, a pesar de las lluvias que complicaron las cosechas. Todo bajo protocolos estrictos, con trazabilidad y geolocalización.

¿Qué proyectos tienen a corto y mediano plazo?

—La miel ya está por salir. Y apenas tengamos la habilitación, lanzamos la barrita proteica. También queremos ofrecer servicio de catering para eventos en Santiago. Y soñamos con exportar. Algunas muestras ya llegaron a Europa. No es que tengamos un impacto económico fuerte ahí, pero sí una gran satisfacción: que un producto del monte santiagueño llegue a manos de alguien en Holanda o España y le guste.

¿Qué creen que falta para crecer más?

—Falta difusión. Nuestros productos son diferentes, únicos. Pero si la gente no los conoce, no los prueba. Esa es nuestra misión: hacerlos probar. El monte tiene mucho para ofrecer, y nosotros queremos ser embajadores de eso.

Monte Vivo no compite con las grandes marcas. No pretende reemplazar el café tradicional ni llenar góndolas masivamente. Pero sí busca ofrecer una alternativa, con identidad, con valor agregado, con sabor al monte. Y lo hace con la convicción de que otro modelo productivo es posible: uno que incluya, que cuide, que alimente y que inspire. Y eso fue fácilmente palpable en esta visita de INFO DEL ESTERO en primera persona.