
POR LUCIANA SPOSETTI
Este 13 de abril se cumplen 15 años de la creación del cuerpo de Patricios Santiagueños, una fuerza especial de la policía que recrea la histórica milicia urbana formada en 1810 por Juan Francisco Borges. Desde sus inicios en 2010, la Guardia de Honor custodia monumentos, representa a la provincia en actos patrios y encarna con disciplina y orgullo la memoria de los patriotas del pasado. En esta nota de INFO DEL ESTERO, su historia y la palabra del sargento Diego Rodríguez, uno de los integrantes originales que aún permanece en funciones.
La historia de los Patricios en Santiago del Estero no comienza en 2010. Se remonta al fervor revolucionario de 1810, cuando el coronel Juan Francisco Borges, en consonancia con los ideales de Mayo, dispuso la creación de un cuerpo de milicias urbanas compuesto por 317 hombres seleccionados por su valor y sentido patriótico. Aquel regimiento prestó servicios fundamentales en las luchas por la independencia y en las campañas del Ejército del Norte.
Doscientos años después, esa tradición fue retomada. En el marco de los festejos por la autonomía provincial, el gobernador Gerardo Zamora decretó la creación de la Guardia de Honor de Patricios Santiagueños, una unidad de la Policía de Santiago del Estero encargada de custodiar sitios históricos y participar en actos oficiales. El acto fundacional fue en abril de 2010, y desde entonces, esta agrupación representa la continuidad simbólica de los antiguos patriotas.
Uno de los hombres que lleva ese legado desde el primer día es el sargento Diego Rodríguez. En 2010 tenía 25 años y trabajaba en una comisaría, sin imaginar que estaba por ser convocado a un proyecto único. Esto le contó a INFO DEL ESTERO.

¿Cómo se enteró de la convocatoria al cuerpo de Patricios?
—En realidad, al principio no se sabía muy bien qué era. Solo que buscaban personal para algo relacionado con la historia. Se empezó a hablar a fines de 2009, y en 2010 comenzamos con los cursos: historia, turismo, idioma, equitación… Era algo completamente nuevo.
La selección tuvo un criterio particular. Se buscaban perfiles con “porte”, como él lo llama, para emular en estética y presencia a cuerpos como los Granaderos. De hecho, eran 33 al inicio, número simbólico que evocaba a los 317 del cuerpo original.
¿Qué sintió al ser convocado?
—Estaba lleno de expectativas. Siempre me gustaron los actos, los desfiles. De chico jugábamos a ser granaderos. Mis amigos me cargaban porque decían que tenía cara seria, y yo me lo tomaba en serio. Así que cuando me eligieron, me sentí feliz.
La formación incluyó conocimientos históricos, práctica de idioma y entrenamiento en el manejo de caballos. El cuerpo fue presentado oficialmente el 27 de abril de 2010 en la ciudad de Quimilí, durante un acto encabezado por el gobernador. Desde entonces, los Patricios participan de los eventos más importantes de la vida institucional de la provincia, y resguardan el Centro Cultural del Bicentenario, una de las joyas patrimoniales de la ciudad.
¿Cómo recuerda esos primeros tiempos?
—Con mucha emoción. Todo era nuevo: aprender historia, andar a caballo, estudiar idiomas. Mi padre hizo toda su carrera en la montada, así que algo me transmitió, pero vivirlo en carne propia fue otra cosa.
Uno de los momentos más inolvidables que vivió Rodríguez fue el desfile por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, en 2010, en Buenos Aires. Allí, la Guardia de Honor desfiló junto a fuerzas de todo el país y de otras naciones.
¿Qué significó para usted ese acto?
—Fue impresionante. Algo que pasa cada cien años. Sabíamos que no íbamos a vivir otro igual. Desfilamos durante horas, pero no lo sentíamos. La adrenalina y el orgullo podían más que el cansancio.
Hoy, a 15 años de aquella fundación, solo quedan tres de los miembros originales. La mayoría fue trasladada o se retiró. Rodríguez, que entonces era agente, hoy es sargento y además porta la bandera nacional en los actos oficiales.
¿Qué lo hizo quedarse?
—No sabría decirlo con exactitud. Tal vez porque hago bien las cosas, o simplemente porque me gusta. Me siento orgulloso. Estar en el cuerpo es un honor, pero portar la bandera… eso es algo que no se puede explicar.
La rutina de los Patricios se traduce en disciplina, historia y contacto cotidiano con el público. Trabajan en guardias de 24 horas por 48, cuidando el Centro Cultural y guiando ocasionalmente a los visitantes que se interesan por los edificios y la historia de la provincia.
Además, protagonizan una de las ceremonias más singulares de la ciudad: el cambio de guardia, que se realiza cada viernes por la noche frente al Centro Cultural del Bicentenario. La escena, que incluye a la banda de música de la policía tocando en vivo, trajes de época y coreografías militares, se convirtió en un atractivo turístico por derecho propio.
¿Cómo se vive ese momento?
—Es emocionante. La gente se detiene a mirar, aplaude, filma. Se te pone la piel de gallina. Nos llena de orgullo que algo que hacemos con tanta seriedad genere esa respuesta.
Rodríguez también valora el recibimiento que tienen en el interior provincial, donde suelen participar en aniversarios de ciudades o actos patrios. “La gente nos recibe con los brazos abiertos. Los chicos se sacan fotos. Parecemos estrellas de rock”, bromea.
Además del uniforme de gala rojo y azul, inspirado en Juan Felipe Ibarra, y el de servicio general celeste y blanco, como los de Borges, los Patricios mantienen un régimen de entrenamiento constante. Practican antes de cada acto, ajustan la coordinación y se preparan para mantener la solemnidad que exige su rol.
¿Qué espera para el futuro del cuerpo?
—Que siga funcionando, que mantenga el prestigio. Que quienes estén lo hagan bien, con respeto. Esto es una guardia de honor, no cualquier cosa. Hay que cuidarla.
A lo largo de la entrevista, Rodríguez vuelve una y otra vez a los valores que lo sostienen: la disciplina, el orgullo, el amor por la historia y el ejemplo. Confiesa que sus hijos, de 15 y 12 años, crecieron viéndolo con el uniforme. “Ellos saben bien a qué me dedico. Me han visto desfilar muchas veces. Es un orgullo para ellos también”.

¿Le gustaría retirarse como Patricio?
—Sí, totalmente. Es algo que pienso siempre. Me quedan ocho años para jubilarme, y si puedo llegar como Patricio, sería cerrar el círculo de la mejor manera.