
“Maestros eran los de antes…”, se suele escuchar en las charlas de sobremesa o en los comentarios de Facebook. Para quienes piensan así, no hay lugar para pensar en quienes -sin hacer ruido- le hacen honor al Día del Maestro.
Quizás por una añoranza del pasado, hay quienes creen que solo son maestros aquellos que se entregaban enteros, que caminaban kilómetros para llegar a la escuela, que eran más que educadores: eran consejeros, ejemplos, referentes. Y peor aún, consideran que ya no hay más personas capaces de referenciarse en ellos.
Pero, no es así. Basta detenerse en la historia de Fernando Berón para entender que los verdaderos maestros no son cosa del pasado, sino una presencia viva y necesaria en este tiempo.
Fernando enseña en la Escuela N° 835 que también cuenta con el Jardín Anexo N° 864 “Chaquisitus Yatanya”, en San Francisco, departamento Moreno. Allí, entre 26 alumnos de inicial y primaria, encontró no solo su lugar de trabajo, sino su lugar en el mundo. “En San Francisco me siento muy útil desde el día uno. Los niños me necesitan y viceversa”, dice a Info del Estero.
Su vocación viene de lejos, de una frase que su madre le repetía con sabiduría sencilla: “Siendo docentes, nunca estarán sin trabajo, porque siempre habrán niños”. Y en esas palabras se fue tejiendo un destino que hoy Fernando honra con cada jornada de esfuerzo.
Porque enseñar en San Francisco no es rutina: es desafío. Cada día se inventa algo nuevo, cada propuesta es distinta, cada clase implica imaginación y entrega. “Nunca tenemos descanso —reconoce—, pero vale la pena porque los chicos lo valen”.
Las dificultades no son menores: los gastos, la lucha por sostener lo básico, el desgaste cotidiano. Pero todo se resignifica cuando los niños responden con gratitud y alegría. “La ventaja que tenemos es que los chicos aprovechan y valoran todo lo que les brindamos”, dice con orgullo.
Y así, entre anécdotas que lo emocionan —como aquella sorpresa del Día del Maestro en la que sus alumnos lo homenajearon—, Fernando confirma que su vocación se nutre de lo más simple y lo más grande a la vez: ver a sus alumnos aplicar lo aprendido en su vida diaria.
“Me encanta y me enorgullece que mis niños utilicen todo lo aprendido en su cotidianeidad. A ellos les diría que nunca se desprendan de la posibilidad de estudiar”, comparte con la convicción de quien sabe que la educación es la llave del futuro.
Hoy, en este Día del Maestro, sus palabras resuenan también para sus colegas: “Los abrazo fuertemente por ser hoy un día más que importante en nuestras vidas”.
En la voz de Fernando Berón queda claro que el dicho popular necesita actualizarse: no es cierto que “maestros eran los de antes”. Los maestros son también los de ahora, los que sostienen con esfuerzo escuelas pequeñas en comunidades grandes de corazón, los que sueñan junto a sus alumnos con un futuro mejor, los que entienden que cada libro abierto es una semilla sembrada.