
Por Fátima Morales
No es extraño que los usuarios de las redes sociales se conmuevan y denuncien públicamente actos de maltrato contra los animales. Así es que salieron a la luz innumerables hechos de crueldad que, en algunos casos llegaron a la justicia y, en muchos menos obtuvieron un “castigo” para el victimario.
Llevar una causa de este tipo es un proceso complejo y encima largo, según explica Florencia Carol, abogada especialista en Derecho Animal que participó en varios de los casos más resonantes de maltrato en la provincia. Lamentablemente, las penas para quienes ejercen este delito aún son laxas porque la ley así lo establece.
Qué es el maltrato animal
“El maltrato animal comprende una amplia gama de acciones u omisiones que causan sufrimiento innecesario al animal o inclusive su muerte. Tenemos acciones directas, como golpear, ahorcar, incendiar, prender fuego, apuñalar al animal”, explica la profesional.
Sin embargo y, pese a estar naturalizado, hay prácticas más comunes que también califican como “maltrato”. Una de ellas es el abandono; es decir “dejarlo desamparado, sin cuidados” o someterlo a necesidades graves, como no proveerle “alimento, agua, cuidados veterinarios” o “tenerlos en condiciones insalubres”.
Y no menos importante, la costumbre de tener a los animales atados. Son “delitos que están normalizados”, sostiene Carol. Pues “muchos dicen: ‘Ah, no. Tener al perro atado no es maltrato’ y sí lo es. El perro está sometido en una situación de estrés que lo vuelve agresivo”, plantea.
Incluso en esta situación que parece intrascendente, se puede radicar una denuncia. “Eso contribuye a que haya una mayor conciencia social y también judicial, y que se logren avances tanto legales, como sociales”, señala la abogada.
Lamentablemente, las denuncias no son anónimas y no siempre encuentran una recepción efectiva, pero como se dijo anteriormente, es necesario visibilizarlas. “Es muy importante que sepan que hay que dar todos los datos de la persona que denuncia y también de quien se va a denunciar”, aclara.
Penas leves
Alcanzar un castigo para quienes atentan contra los animales es una tarea bien engorrosa y llena de escollos. Las causas son múltiples, pero básicamente radican en la falta de una legislación específica sobre las conductas, penas que no se condicen con los daños ocasionados y la falta de recursos del sistema judicial para estos casos.
“Hay muchas conductas que deberían ser delitos que no están contemplados, por ejemplo la zoofilia. Las penas son insuficientes en Argentina: van de 15 días a un año de prisión. Por eso está el proyecto de la Ley Conan, que viene con penas innovadoras, mucho más extensas”, añade la letrada.
A su vez, afirma que falta de recursos y de personal especializado, lleva en ocasiones a una “falta de investigación profunda, porque tenemos personal que no sabe cómo manejarse y desenvolverse en estas causas penales, no hay recurso (humano)”.
Por otro lado -añade- “está la falta de percepción de que estos delitos son graves”. “También la dificultad para aprobar el delito. Se necesita el testimonio y las personas que identifican –al maltratador-tienen miedo, por eso se necesita evidencia forense”. “Pero, más allá de estas cuestiones significativas que están pendientes todavía, no hay que dejar de denunciar. Yo siempre digo que, por mínima que sea la causa hay que denunciar”.
Si bien, no hay antecedentes de una condena de cumplimiento efectivo en la provincia (prisión), hubo casos en los que los involucrados se plegaron a una “probation”. Es decir, se llega a un acuerdo entre las partes para que el imputado lleve a cabo alguna acción comunitaria que, por lo general tiene que ver con “donar alimentos” o “contribuir con un refugio”, dependiendo del caso.
Así, las causas no quedan “en la nada”, aunque, claramente no son resultan aleccionadoras. “Hay casos que, debido a la gravedad, al grado de perversidad que presentan, donde se ve que hay un grado de ensañamiento, un goce en el maltratador, ir a donar una bolsa de alimento es un sinsentido, un absurdo”. “¿Cuál es la condena ejemplificadora? No es condena, no hay una consecuencia, que sea acorde, al menos para mí”, sostuvo la especialista.
Entre la perversidad y la crueldad
Uno de los casos que recuerda con claridad es el de un cazador que en 2020, durante la pandemia del Covid-19 asesinó a una puma y sus cachorros en una zona rural de Villa Mailín (Departamento Avellaneda). El hecho salió a la luz cuando el incalificable sujeto compartió las fotos de los cadáveres a través de WhatsApp y a modo de “trofeo”.
Se supo luego que el cazador mató de un tiro a la puma, luego arrojó la escopeta y caminó unos cincuenta metros aproximadamente para matar a los cachorros a palazos. “Ahí hay un grado un enseñamiento impresionante. Porque él lo que argumenta era que su vida corría peligro. Pero ya había matado a la madre y después se ha tomado el trabajo matar a un cachorro y después al otro…”, recuerda.
Esta causa también llegó al fin con una probation, aunque con gusto a poco. Además, la justicia ordenó al imputado a aprender a leer y escribir, ya que no sabía.
Por una sociedad “pet friendly”
Para Florencia Caro, ninguna de las luchas en contra del maltrato animal son en vano. Quizás los avances en materia legal y judicial no son suficientes para erradicarlo, pero cada movilización por los derechos de los “sin voz” tiene eco en los poderes del Estado.
Sostiene que hoy “la gente se conmueve más y se indigna más. Entonces, tenemos la repercusión en las redes también. Todo eso hace que, como sociedad nos interpelemos y eso impacta en todos los poderes, tanto en el Ejecutivo, como en el Legislativo y el Judicial”.
“Hoy tenemos lugares inclusivos de animales, y esas son cosas que impactan positivamente. Sin lugar a dudas hay más educación y conciencia sobre el derecho de los animales”, considera.
